Cada vez es más complicado poder ver en México, a personas con sus atuendos tradicionales. El siglo XXI avanza, e inexpugnablemente, arrastra a las nuevas generaciones a un nuevo mundo lleno de promesas.
Pero la vida sencilla, apegada a sus tradiciones, a la misma forma de ser y costumbres de las generaciones previas, aun subsiste, con esfuerzo, si, pero se aferra. En Tequisquiapan, un pequeño pueblo en el estado mexicano de Querétaro, encontré a esta mujer, sentada en su plaza central. Todo su atuendo es típico, falda oscura, delantal, una blusa bordada, y un explendido reboso a pesar de no hacer frío, huellas de un pasado que está a escasos años de desaparecer.
Pero la vida sencilla, apegada a sus tradiciones, a la misma forma de ser y costumbres de las generaciones previas, aun subsiste, con esfuerzo, si, pero se aferra. En Tequisquiapan, un pequeño pueblo en el estado mexicano de Querétaro, encontré a esta mujer, sentada en su plaza central. Todo su atuendo es típico, falda oscura, delantal, una blusa bordada, y un explendido reboso a pesar de no hacer frío, huellas de un pasado que está a escasos años de desaparecer.
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